Dos figuras en el bosque (Van Gogh)
Vicent Van Gogh
Siempre me han impresionado sus cuadros y su biografía.
El pintor nació en Holanda hijo de un pastor protestante, su nacimiento se produce al año siguiente de morir su hermano mayor, y le llamaron como él. Cada día de su infancia al acudir a la iglesia, veía la lápida con la inscripción de su nombre… En 1876, se marcha a vivir a Inglaterra, donde trabaja como ayudante de un pastor protestante, no logra finalizar sus estudios de teología y le rechazan como predicador, durante cuatro años, dedica su vida a las personas enfermas, a las personas que viven en la pobreza, y a ayudar a los mineros.
Mucho de lo que se sabe acerca de él es a través de las numerosas cartas que escribía a su hermano Theo, que siempre le ayudo plenamente en todos los aspectos. El artista siempre tuvo fe en su arte, con un estilo muy personal y autodidacta, pero a lo largo de su vida, muy pocos supieron valorar su obra. Van Gogh siempre fue una personal difícil y sensible, le conocemos como un perdedor, no tuvo éxito en las relaciones personales (conflictos con su padre y otros artistas…), a nivel emocional no tuvo nunca una pareja estable, a pesar de que lo intentó, en el aspecto económico sufrió muchas dificultades. Desde los distintos estudios psicológicos que se han realizado sobre su persona, se informa que sufrió alucinaciones, episodios con el sentido perdido, problemas de memoria…, esquizofrenia, por lo que tuvo que ingresar en numerosas ocasiones en sanatorios psiquiátricos.
El psicólogo Víctor Miguel Pérez Velasco valora el hecho de que el pintor realizase 27 autorretratos, “Como un record de egocentrismo”.
En mayo 1820 Vicent Van Gogh salió del psiquiátrico o como se decía no hace tanto, del manicomio de Saint-Rémy, para instalarse en Auvers, allí vivirá tan solo dos meses. La última pintura del artista antes de quitarse la vida fue Campos de trigo con cuervos volando.
He escogido entre sus últimos cuadros, el de Dos figuras en el bosque, en el que se puede contemplar a una pareja paseando en medio de un bosque no simétrico. Hay quien piensa que la pareja camina en la misma dirección, otros sin embargo, consideran que caminan en direcciones contrarias. Tal vez Van Gogh, lo hizo adrede para que cada uno lo interprete a su manera, quiso jugar con nosotros, o quizás, quien sabe, el mismo tenía la confusión de no saber si ella caminaba junto al hombre o le dejaba o simplemente se cruzaban, dudaba de ella y la reflejó en la ambigüedad.
La parte del bosque, donde sitúa al hombre coincide con los árboles alienados, y mientras que en la parte de la mujer, los árboles están revueltos, todo confusión, sin orden. En la parte de él, es muy difícil perderse; en la de ella, sin embargo, es un no saber volver.
La verdad es que unas veces les veo juntos y del brazo; en cambio otras en cambio, creo que se dan la espalda; quizás sea simplemente el instante de un ligero roce entre un hombre y una mujer, que se encuentran, pero que siguen caminos contrarios. Refleja una visión, una interpretación en función de la etapa emocional, en que una persona se encuentre.
Cuando vi la exposición en el Thyssen, hace varios años, junto a mis hermanas, esta pintura tal vez no fuera la más hermosa, aunque lo es y mucho, pero fue la que me sugirió más cosas, la que me contaba varias historias. Este dibujo lo comparto con mis alumnos de psicología, intentamos leer lo que nos cuenta el pintor en un periodo que ya anhelaba su muerte, muestra lo que era su mente, como iba perdiendo el orden y la coherencia de las cosas, por medio de la metáfora del bosque y la pareja, en la que los más entendidos ven una despedida.
En el bosque del caos, difícil encontrar el camino.