Cervera,  bosque de la infancia perdida

 

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Cervera,  bosque de la infancia perdida

Cervera, me evoca a los veranos de mi infancia, a mis abuelos, a mis raíces.

Cervera fue en mi niñez un remanso de paz, de libertad, de descubrimientos y de alegría, un lugar donde me sentía protagonista de mi propio cuento.

Siempre en el periodo estival acudo algunos días, a  este hermosos pueblo rodeado de montañas y  bañado por los ríos Pisuerga y Ribera…,  cada cierto tiempo cambia, una casa más, una casa menos, un puente nuevo, desaparecieron los lavaderos, voló la gran pradera verde llena de sábanas y sábanas blancas, a secar al sol…,emergen  apartamentos..

Alcanzar Cervera era descubrir un mundo de pájaros muy diversos, de mariquitas que recorrían los dedos de las manos, mariposas de todos los tamaños y colores, escarabajos verdes y escarabajos de la patata, cantos de grillos y chicharras, saltos de sapos y de ranas,  el maullar en la noche de gatos asilvestrados, el sonido de los cencerros de las vacas y las ovejas, los pasos y los trotes de  caballos, el jugar con perros callejeros y con perros con dueño, la pesca de truchas y cangrejos, los gritos ante las culebrillas, el visto y no visto de zorros entre la maleza, espiar a los ciervos, encontrar huellas de  lobos  y de osos… ¿Quién puede ofrecer más en el mundo de una niña de 5 años ?.

Esa infancia de pueblo también estaba plagada de sabores…, las manzanas arrancadas del árbol sin dejarlas madurar, tan  ácidas y tan ricas; las ciruelas cluadias;  los perucos dilapidados de un bocado; la frescura de las fresas silvestres; las zanahorias pequeñas y tiernas; los guisantes verdes comidos desde su vaina…; las moras del camino ; la miel de espliego; la manzanilla que todavía se podía recoger de la campiña, los  bocadillos con pan de torta,  la morcilla, los torreznos, la cecina, los dulces y deliciosos socorritos, sin olvidar, la maga de mi abuela  que hacía cuajadas, requesón, …tan ricos como nunca he vuelto a probar.

Cervera…

Cervera, iglesias donde subir a los campanarios;  ríos donde meter los pies hasta que se volvían morados; paseos interminables en bici, llegar más allá de donde se acababan las casas, las calles, más allá de la nada;  baños largos en el pantano; subir picos de  montañas; explorar   cuevas que resultaban ser iglesias rupestres, pillar fósiles con formas de conchas y caracolas que relatan  el mar llegó hasta allí…

Cervera es bonita siempre… en verano con sus aguas limpias donde refrescarte; bonita en primavera, con los campos de mayo  plagados de amarillos lirones; bonita  en invierno tan blanca con la nieve …, aunque ya la nieve no es como la  recuerda mi madre, tan alta que alcanzaba  a los balcones de las casas, y entonces  los niños jugaban a tirarse desde las ventanas y mullirse en esa enorme capa helada; y  es sobretodo bonita  en otoño envuelta con los amarillentos y ocres robles, donde los  ciervos se enfrentan,  en plena berrea…

Los alrededores de Cervera son lugares especiales,  no muy transitados, algunos de estos lugares que merecen la pena conocerse son:

La Fuente del Cobre, allí nace el Pisuerga, bajo la parte subterránea de una cueva,  el   sendero  que conduce hasta allí, comienza en el pueblo de “Santa María de Redondo”, donde hay casonas con escudos, que  hablan de un pasado próspero y noble. Como curiosidad, en esta pequeña villa nacieron los tatarabuelos del príncipe Rainiero de Mónaco.

Otra bonita excursión es el nacimiento del río Ribera, cerca del pueblo Rabanal de las Llantas  rodeado  de bosques de hayas y de robles.

Una de las caminatas más célebres y que no requiere mucho esfuerzo  es  la del “Roblón de Estalaya”, un viejo roblón centenario que supera los 500 años, en el recorrido se puede disfrutar de hayas, robles, acebos, rebollos, guillomos, espinos, mostajos…

A unos pocos kilómetros de Cervera está “La Tejada de Tosande”, allí, se hallan los tejos más antiguos del sur de Europa, vestigio de la era Terciaria, una excursión que realmente merece la pena. Cuenta la leyenda que con los frutos de estos árboles se suicidaban sus gentes antes de consentir ser invadidos por sus enemigos.

Los amantes de la naturaleza  y de la geología, no pueden dejar de visitar “Las Tuerces”, rocas erosionadas con formas extrañas y encantadas,  dando lugar a escondrijos, cuevas, torres, laberintos a veces sin vuelta atrás, monumentos erosionados y esculpidos por la naturaleza durante millones de  años, que han inspirado historias  reales e imaginarias sobre bandidos e huidos que han sobrevivido escondidos y nunca encontrados entre este paraje natural.

Para los amigos de los osos también existe una ruta “Senda Peña del Oso”, que además de osos, realmente difíciles, pero no imposibles de ver, se puede disfrutar de  huyas,  arrendajos y cárabos, buitres leonados, garzas, somormujo, lobos, jabalís, corzos y venados. Conserva mi familia como un tesoro, una foto del abuelo Valentín junto a un osezno que se había acercado al pueblo de Cervera años ha…

Esta zona de la montaña palentina podemos disfrutar en ocasiones con grandes obras hechas por el hombre en comunión con la naturaleza, cómo “La calzada romana” que une las provincia palentina con Cantabria o el impresionante puerto de Piedras Luengas que enlaza las localidades palentinas con las cántabras,  o el espectacular recorrido de la “Ruta de los pantanos”, siempre que no sea un años de sequía, obvio.

 

Resaltar  la gran obra de ingeniería hidráulica, “El Canal de Castilla”, que se llevó a cabo entre los siglos XVIII  y XIX. El proyecto en principio quería unir Reinosa con Segovia, cuenta con   24 esclusas entre Alar del Rey hasta Ribas de Campos donde se bifurca, se puede realizar un paseo en barca por una parte del recorrido

Cervera y sus alrededores están plagados de iglesias rupestres,  románicas y en menor medida  de  góticas…, algunas de estas iglesias, colegiatas, castillos, pueblos medievales o conventos   son ahora hospederías, centros de estudios… Muchas de ellas son célebres muy conocidas porque forman parte del Camino de Santiago cómo Frómista,  la iglesia de Santa María de las Victorias y del Camino en Carrión de los Condes. Uno de los caminos de Santiago  conecta Cantabria por medio del cauce del Río Besaya,  a través de la localidad de Aguilar de Campoo, forman parte del Camino Francés. Entre otras joyas del románico está Moarves de Ojeda, la puerta del cementerio de Vega de Bur, la iglesia de San Salvador de Cantamuda,  La iglesia  de San Julián y Santa Basilisa Villaconancio, o la iglesia gótica de La Asunción en Traspeña.

 

Cuando era niña, entre las iglesias la que más me impresionaron  fue la ermita rupestre de los Santos Justo y Pastor (Olleros de Pisuerga), se encuentra escavada en la roca,  posee una gran sencillez, simplicidad y belleza, para poder visitarla hay que pedir la llave a una mujer del pueblo. Muy cerca de allí, se halla una necrópolis de tumbas antropomorfas.

 

No se puede dejar de visitar “La villa romana  de La Olmeda “en  Saldaña que contiene mosaicos policromados que están considerados de los más perfectos y mejor conservados del mundo.

 

La Catedral “San Antolín” de Palencia llamada la “Bella Desconocida”, desde fuera  es austera y poco atractiva, eso hace que  no permita adivinarse el gran valor que esconde en su interior. Su estilo es principalmente gótico, aunque conserva la cripta románica y también hay restos visigodos, junto con decoraciones barrocas, renacentistas y neoclásicas.

 

 

Cervera, ¿qué ver?, en primer lugar su iglesia “Nuestra Señora del  Castillo” gótica del s. XVI , pero  la verdadera joya es el retablo hispano-flamenco, tallado en madera de nogal y policromado, con bajorrelieves de Felipe Vigarny y León Picardo,  situado dentro de la capilla funeraria. Resulta obligado conocer la ermita de San Vicente, donde hay una capilla escavada en la cueva y una  necrópolis que  data de s. VIII y IX.

Museo Etnográfico de Piedad Isla. Piedad Isla fue una mujer adelantada a su época, que con una vespa y una cámara fotográfica, se recorrió toda la montaña palentina dejando un testimonio fotográfico sobre las costumbres, la sociología, cultura y antropología de la zona rural.

Piedad Isla no solo retrató  pueblo a pueblo, también ayudó a sus gentes, tan aisladas, la mayor parte nunca había estado escolarizada, entonces, ella hizo de mensajera, les llevaba recados, encargos y les indicaba como realizar la solicitud del subsidio que se daba entonces a la gente mayor. Además Piedad Isla como concejala y teniente alcalde de Cervera de Pisuerga promovió que declarasen a la villa de interés histórico artístico.

A través de sus fotos he aprendido como eran aquellas bodas rurales, la novia de negro …, salía de su casa acompañada del novio, seguidos de todo el cortejo realizando todo el recorrido a pie hasta la iglesia, donde les casaba el sacerdote en la puerta, antes de entrar en la iglesia.

He descubierto gracias a ella, oficios que ya no existen, instrumentos que han desaparecido y lo que más me ha llamado la atención como ejemplo de solidaridad es conocer  lo que era la huebra, un trabajo en las tierras que se realizaba de firma comunitaria, de cada una de las casas acudía un miembro a ayudar, la mayoría de las veces hombres.

Piedad fue autodidacta, curiosa e incansable, se dedicó  además de a su labor artística, a crear junto a su marido este museo etnográfico, reflejo de un modo de vida rural ya extinguido. Del admirable y concienzudo trabajo de esta gran mujer se puede ver como muestra  este museo, que refleja el  cariño, el cuidado, la delicadeza, la sensibilidad, generosidad  y la dedicación al  compromiso con su tierra. Cómo ella misma declaró este museo nació para que el gran esfuerzo de nuestros antepasados no caiga en el olvido.

 

Piedad supo extraer de lo cotidiano, de la dureza y de la aspereza del trabajo rural, poesía.

 

Ella explicó: Cada foto es como un regalo que me han hecho al alma. Las personas que retrato te dejan entrar en su alma a través de su mirada. (LA VOZ DE LA IMAGEN – PIEDAD ISLA

04 jul 2014 – 16:49)

 

Son muchas las historias sobre las costumbres de Cervera, que casi sin darse cuenta se han ido desvaneciendo en el tiempo. Hay una tradición extinguida, que me describía mi madre y yo cerraba los ojos la trataba de recrear. La noche de viernes Santo, se apagaban todas las luces. El pueblo entero unido y en comunión en la oscuridad plena y el silencio, hasta que una hora indicada,  todos al mismo tiempo y a la vez, iban iluminando las casas con el resplandor de las velas, acompañándolo del ruido continuo, sin dejarlo parar, de las tracas y de las matracas, muchas de ellas realizadas con latas repletas de piedras que se agitaban sin cesar, como si de un concierto de chicharras se tratara. Algo místico y pagano, sin duda alguna, muy bello y  muy mágico,

Lo mejor es recorrer el pueblo cerverano paseando bajo los soportales, fijándonos en sus escudos,  degustando sus comidas típicas y  haciendo una parada como mínimo en su parador y contemplar sus maravillosas vistas, a parte se come muy bien.

En Cervera y sus alrededores, se ha detenido el tiempo, se intensifican los sentidos, se respira lo auténtico, lo que en las grandes urbes se olvida… Todavía pasean hombrucos con cachaba y boina, y sus gentes utilizan vocablos terminados en “uco”. Tierra la palentina que para muchos no existe, mientras que para otros no saben si quiera situarla en el mapa.  Castilla León sufre una triste y penosa despoblación,  se escapa la vida de esos preciosos pueblos, donde se van deteriorando auténticas joyas de arte, donde se apaga y abandona a sus hombres, a sus mujeres y a los escasos niños que aún quedan, y todos lo sabemos y nadie lo para, porque nadie hace nada. Y en cierto modo los que permanecen en aldeas de  exiguos habitantes son en cierto modo unos héroes de “a contra tiempo”, con más verdad que todos y que nadie,  que han sacrificado su vida para que su pueblo agonizante no muera, o como en una epopeya, al menos, que no muera solo.

 

 

Cervera son los recuerdos de  veranos mi infancia mezclada con la infancia de mis hijos, los baños en los ríos, la recogida de fósiles, atravesar puentes de tablas de madera  a los que siempre fala alguna, nadar en el pantano, comer moras, coger ranas, sapos y culebrillas,  jugar al escondite en los pajares donde duermen los gatos, paseos incansables en bici, escalar montes, disfrazarse con las ropas que fueran de nuestros padres, tíos y abuelos,  asaltar de  noche  al cementerio y mejor con luna nueva,  entrar en casas abandonadas, sentirse como Tom Sawyer sin tenerte que escaparse de casa.

Cervera son  los abuelos, los juegos a la brisca y al tute, el fuego de la chimenea con las primeras tormentas de agosto… Cervera,  bosque de la infancia perdida.

 

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About Azul, verde y a veces gris

Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Licenciada en Criminología por la Universidad Europea de Madrid. Máster en Perturbaciones de Audición y Lenguaje por la Universidad Autónoma de Madrid. Profesora de Educación Secundaria en Comunidad de Madrid. Jefa del departamento de Orientación en un instituto público de Madrid. Coautora del libro "Películas para trabajar en el aula" (2012). Autora del libro "Azul, verde y a veces gris" (2019) , "Educando con cine" (2017), "Cartas a nadie"(2021), "Diálogos de dilencios"(2021) "El sendero de los versos perdidos" (2023) "Gotas de mar" (2023)
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6 Responses to Cervera,  bosque de la infancia perdida

  1. Loreto says:

    Imposible describir mejor lo que son esas tierras desconocidas pero únicas y lo que me hacen sentir

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  2. Elvira Ramos Vielba says:

    Un relato precioso de la vida en estas tierras palentinas, escrito con cariño y sensibilidad.
    Magníficas fotos.

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